3.5.10

Au Revoir

Hace meses que tenía intención de cerrar ésto correctamente, pero supongo que muy en el fondo no quería y por eso lo olvidaba cada vez. Al final es así: no hay más RetroVisor.

No habrá mil razones para eso, probablemente solo una y está fuera de mi alcance, así que no queda más que agradecer a quien escuchó el programa durante el casi año y medio que estuvo al aire.

(Qué cursis son siempre las despedidas, ¿no?)

Yo por ahí ando.

:D

18.11.09

Agustín Lara

Como seguramente será éste el último programa del año, bien vale la pena recapitular.

Hablé algún día de los momentos y el modo arbitrario en el que los almacenamos, de las imágenes (visuales, musicales..) que llegan a conmover y que tienen ancla en las cosas que vamos recordando, de las que guardamos con gran estima. Hablé de los temas de la memoria grandes y difíciles de abarcar, y del saludable egoísmo con el que vale la pena abordarlos. De los fortuitos encuentros de recuerdos, de las mezclas que se producen entre ellos; hablé de las nostalgias y su caracter insustituible, dificilísimo de traducir. Alguna otra vez, queriendo parecer grandilocuente puse como ejemplo una anécdota medio sosa acerca de cómo nuestra propias experiencias nos llegan a parecer increíbles, porque los recuerdos, como las personas, se van modificando con el tiempo y adquieren diferentes sabores; y de la nada quise un día rendirle tributo al ardor del alma, en el que se estancan tantos recuerdos brincando todo el tiempo, y que todo el tiempo queremos callar, porque no le parece a nadie lícito que ande uno por ahí llorándose aunque sean las tragedias, las tristezas y el dolor, hierros calientes con los que se nos marca (o nos marcamos) la piel de la memoria.

Y todo ésto, lejos de ser un concienzudo análisis del embalaje de la mente, quizá de lo único que realmente habla es de lo obsesiva que me vuelvo en ciertos momentos con el modo en el que funciona mi memoria, por el miedo que me da que un día simplemente se me descomponga todo por dentro y no sepa que fué de mis recuerdos. Tiene que ver con el registro. Y tiene que ver con el maldito poder de las palabras, tan mentirosas.

Las palabras -DiosNosLibre- causan estragos cuando se rebelan.

Las palabras que Agustín Lara aprendió a domar, así de engañosas, enamoradizas, brillositas y tristonas, son las que cierran el año de RetroVisor.

Tan bello en original como cuando ya se la apropió Carmelita Salinas. Not.

En versión de Luz Casal estuvo ésta canción en el programa de pelis de Almodóvar. Punto y aparte, yo voto porque alguien vete de youtube todos los slideshows hasta que no encuentren un modo decente de subir las canciones. He dicho.

26.10.09

Este miércoles yo me pongo cervantinosa y no hay RetroVisor, pero sé que no les importa porque cervantinear me hace feliz. Y bueno, habrán notado que hay remodelación aquí; es porque también hay remodelación aquí. Hay que verla, porque salgo en una foto ultra-ojerosa. Yay!

Vuelvo la siguiente semana...

Abrazos culturales.

19.10.09

Pedro Infante

"La nostalgia es veneno ventajista, sobre todo si no hay con quien reirse de ella."

- Xavier Velasco

Hay nostalgias de todos los tipos. Las hay lindas y sepias, perdidas, frecuentes, las hay que nos hacen suspirar, enojarnos y las que nos hacen sonreir y la nostalgia, la melancolía, el recuerdo, las enmarcamos todas dentro del mismo cuadro, porque generalmente nos evocan a la misma persona o lugar, cosa, momento o sensación. Son una cosa truculenta los recuerdos, porque lejos de permanecer como sucedieron o se sintieron, se van modificando del mismo modo que nuestra vida lo hace; es decir, los recuerdos permanecen, y no. Además nada puede hacerse con los ellos, sino hasta que lentamente dejan de ser recuerdos y se convierten en olvidos... y eso no sucede siempre.

Hay también recuerdos que no sólo nos pertenecen, sino que inevitablemente compartimos con mucha gente, que se transforman en códigos en común, que sin que lo notemos van formando parte de nuestra constitución identitaria. Justo para ejemplificar está el programa y éste conocido personaje de hoy, que probablemente había obviado durante todo éste tiempo por el simple hecho de que nos, (y un poco a pesar mío) me pertenece tanto.



Yo no sé si éste cliché del mexicano entequilado y doloroso sea cierto en la generalidad, lo que sí sé es que cuando menos (exceptuando el traje de mariachi) más de alguna vez ha sido cierto para mí.




¿Lo mejor? Las voces off...

6.10.09

Edith Piaf



Son las tragedias de nuestras vidas las que nos marcan, aún por encima de los momentos de felicidad, porque de los momentos trágicos se trata uno siempre de olvidar, y son las cosas que ocultamos de los demás, las que preferimos no contar a nadie y esperamos que algún día se pierdan entre propias memorias más alegres, las que realmente nos hacen quienes somos. Nada dice de nosotros como las cosas que vamos por ahí escondiendo. Es justamente por eso que vamos por ahí escondiéndolas, porque delatan demasiado; algo horrible pasaría, sin duda, si algún día pudieramos simplemente leer en los demás todos sus secretos.

Y los secretos, las tragedias, también tienen lugar dentro de la nostalgia y el recuerdo. No quizá por el mismo motivo que las memorias lindas, tan importantes que resulta imposible olvidarlas. Las tragedias crean, obvio, vidas trágicas de personajes entrañables, en todo el sentido de la palabra, en el que nos hace entender que nos remueve la tripa, porque tenemos todos un poco (o mucho) de instinto dramático dentro de nosotros. Las vidas trágicas además, están llenas de peripecias incomunes, sobre todo las trágicas existencias de los artistas. Hay montones de vidas trágicas entrañables. La de Edith Piaf es una de esas.




30.9.09

Uno de esos días...

... en los que simplemente nada va bien.

Gracias a que ahora arreglan calles por la Ibero (y no cuando yo tenía que ir todos los días, hmpf) me tomó la vida entera llegar a un retorno cuando había decidido ya que no llegaba al programa. Y blogger no me dejaba publicar mi entrada. Y me duele la espalda. Y mi pelo se esponjó. Y el vecino guapo me vió con cara de "que rara estás hoy". Todo. Como Mafalda, hoy entré a la vida por la puerta de atrás.

Ahí la vemos la siguiente semana.

23.9.09

Musica de pelis: Almodóvar


Escuché alguna vez que los cumpleaños realmente son días de pretexto para estar feliz, para festejar. Lo creo a pie juntillas. También los aniversarios son marcadores, sirven para hacer recuentos. Hace ya un año que RetroVisor existe y hoy justamente es mi cumpleaños.

Para celebrar desentonando con el festivo espíritu que vive en mí (siempre, pero particularmente en mi cumpleaños) hay acá una selección de canciones ardidas de gran utilidad en los momentos en los que se arrastran jirones de alma por un camino espinoso; selección de Pedro Almodóvar.

Estar ardido es de lo más sincero que hay. Se permite todo cuando se está ardido, todo se justifica y se vuelve comprensible. Todos hemos tenido ardores de corazón en muchas ocasiones, algunas en las que el escozor y el desencanto eran aún mayores, en las que las llagas no permiten que te levantes por las mañanas, y otras en las que se anestesian las quemaduras simplemente con un par de tequilas. Es muy puro éste sentimiento cáustico, y cuando uno lo cree muerto surge como Ave Fénix, de sus propias cenizas frías.

Hay tanto en estar ardido. Hay que rendirle homenaje de vez en cuando.

No importa, ni siquiera, que no haya lugar para el ardor por hoy.

Y no puse videos hoy porque es mi cumpleaños y no quise... y porque lo arruinaría, mejor es siempre ver las pelis, de verdad.

9.9.09

No hay programa hoy por muchos motivos que si los explicara me darían un aún mayor dolor de espalda del que ya tengo; y no hay programa la siguiente semana porque el miércoles es 16 de septiembre y todos planean estar muy crudos después del grito (yo no, yo no hago eso)

Nos vemos entonces el miércoles 23 que, dicho sea de paso, es mi cumpleaños.

Yay!

2.9.09

The Rolling Stones


Cuando recién entré a la universidad y era una joven e ingenua flor primaveral me gustaba el ingenierillo más cara-de-patán que haya visto. Le llamábamos (o le llamaba yo, que las mujeres solemos bautizar con nombres tontos a los que nos gustan) Don Lindurón, porque era grandote. Tomaba a veces clases en un salón al lado del mío. Ahora que ya ha pasado un buen rato puedo ver que realmente lo que me gustaba de él era su cara de malote.

Y bueno, no voy a develar el, oh, infinito secreto de las relaciones humanas por simplemente decir que a las mujeres nos gustan los chicos malos. Será la sensación de que los chicos malos son invariablemente divertidos, que de las "cosas malas" se tienen siempre mejores anécdotas, la cosquilla de pensar que si contaras esas anécdotas, nadie las creería.

Chicos malos de la música hay muchos. Probablemente son los más.

Chicos malos que hacían falta aquí: Los Rolling Stones





He tenido maestras de aerobics que se veían menos atléticas que éste joven y farol Jagger

Vean, como los chicos malos no pasan de moda: Mick Jagger y Lenny Kravitz en un video que no pongo porque sí, sino... ¿Por qué no?

25.8.09

Ella Fitzgerald


Volví. Me extrañaba a mí misma siendo la persona que extraña la música viejita. Ya casi hace un año que tuve a bien dejar de hablar sola en mi casa acerca de tal o cual canción, que tiene eco y resonancia en tantas memorias propias, para encerrarme en una cabina y decirlas al micrófono con la esperanza de que fueran escuchadas por alguien y que a pesar de hacer en esencia lo mismo, me dejara sentir que lo hacía para alguien más.

No hay que malentender; en este casi-año de transmisiones (con su debida intermitencia) no he dejado de ser la misma egoísta musical que he sido, si no siempre, cuando menos durante un buen tiempo. Finalmente los recuerdos no se transmiten nunca en su totalidad. Lo que más bien he aprendido es que muchas veces la nostalgia tiene pares, nunca idénticos, pero que pueden alinearse y que esos encuentros, fortuitos o provocados, crean futuras nostalgias nuevas que vale la pena ir atesorando; para encontrarlas luego ya cafecitas y avejentadas, más grandes que antes.

Y bueno, hay una tradición que dice que para regresar, hay que hacerlo en grande; y grande grande se me ocurrió sólo Ella Fitzgerald.